La vieja maldición china.

A veces, cuando comienza la semana, uno se levanta con la sensación de que está pasando algo muy importante en otra parte y que se lo está perdiendo.
No sólo hablo de ese despertar de lunes, entre el "Oh, por favor..." y el "¡Hay que empezar la semana con energía!". Hablo de esa odiosa sensación de que algo pasa, algo te estás perdiendo... algo está marcando un punto de inflexión vital, y que tú estás ahí, despistado y pastoso, abrazado por la rutina como por una amante pegajosa.
Miras periódicos y ves que el mundo se parece cada vez más a una película de John Carpenter. Que el Apocalipsis pasó hace ya tiempo, cuando te hacías una tostada con mantequilla.
Levantas la vista, miras al cielo, más bien all techo porque ya hemos sustituido la bóveda celeste por esquinas al gotalé. Y casi se pueden ver... hay vientos de cambio... vibraciones caprichosas. Y sale, como siempre espontánea, aquella vieja maldición china que conoces de los pulp y los tebeos: "Ojalá vivas en tiempos interesantes."
E inmediatamente tu cerebro salta con una respuesta: "...y te los pierdas."