30 enero 2025

30/1/25

Escribo después de leer a D.Javier y su pepita de oro de hoy. Su relato, como siempre, me da paz. Sitúa la vida, el momento, exactamente en el lugar que le corresponde. Y entonces, al terminar de leerlo mi día acaba de tomar la dimensión de la eternidad.

Me dormí a las cuatro ¡Por fin! después de varios pastillazos y, como ya estoy jubilada, pues no me he despertado hasta las y pico. Y renqueante, el café, la lavadora, no llego a Misa, no voy a Misa, aviso a D.Pablo de que hoy no voy a ir a verle. Y ya sé que sin Misa el día se me va a hacer más largo y pesado. Es lo que hay. Antes de ir a Mercadona paso a ver a mí amiga YB que tiene una tienda de ropa. Nos reímos mucho juntas. Me ensancha el alma. Mercadona y a casa a cocinar. Primera comida, sin comer, con los chicos, muy entretenida, vienen molestos el uno con el otro por algo importantísimo que ya no recuerdo. Segunda comida con marido, ahora sí que como. Poco y mal porque el cóctel pastillero de la noche me revuelve el estómago. Nos reímos de tonterías que tampoco recuerdo, pero que también descansan el ánimo.
 
Ayudo a un amigo con la contabilidad de su empresa y me voy a hacer un pedido de rosarios de Rosary's Gift que me lleva toda la tarde y mientras rezo y escucho y me río con cada hijo que pasa a contarme su momento.

Y llega la noche y los chicos tienden y hacen la cena y yo busco mi pepita de oro en un día rodeado de dolor. Y la encuentro en la Misa que no he podido ir pero si ofrecer y que ha durado todo el día, y en mi familia que me regala su cariño y paciencia siempre, especialmente en días menos buenos. ¡Qué generosos son!

Y pienso que soy una privilegiada de Dios y una mimada.