11 octubre 2005

Date Prisa

El teléfono dejó de sonar antes de que me diera tiempo a descolgarlo. Con una imprecación, volví al cuarto de baño, a escupir la pasta de dientes y enjuagarme la boca en el lavabo.Después, con la parsimonia que me otorgaba saberme en paro y sin presión horaria para realizar mis quehaceres, salí al patio, a meter en el tambor de la lavadora la que, pretendía, fuera la primera colada de una larga jornada de realizar el mismo ritual. La ropa, sábanas y toallas desbordaban la cesta.

El sonido del teléfono volvió a llenar el espacio silencioso de mi casa. “Un minuto, joder”, murmuré, como si de algún modo, pudiese escucharme el que esperaba al otro lado. Coloqué las pastillas de detergente entre la ropa y puse el programa adecuado, comprobando durantes los primeros segundos que ese viejo cacharro comenzaba a funcionar en condiciones. El teléfono dejó de sonar de nuevo.

Volví a entrar en casa, con el ceño fruncido debido al breve momento bajo el sol, con los ojos sensibles aún ante el reciente despertar.

Robé una galleta de la cocina que comenzaba a quedarse blanda ante la larga exposición al tiempo, camino del dormitorio, donde me limité a extender la sábana y la colcha sobre el colchón y la almohada, en una falsa impresión de orden y pulcritud.

Otra vez, el insistente tono del teléfono golpeó contra las paredes.“Ahora te esperas, por pesado”

Qué prisas… acababa de levantarme, demonios, nada podía ser tan urgente.

Aproveché la circunstancia para quitarme el pijama y ponerme la misma ropa que llevaba ayer, holgada y cómoda para andar por casa y que, sin embargo, cumplía el educado requisito de que si recibía una visita inesperada, no atendería en ropa de dormir.Camino de regreso al salón, pasé junto al teléfono. Le eché una intensa mirada, retándole a sonar ahora. Obviamente, se mantuvo en silencio, y lanzando un sonoro bostezo, último estertor del descanso, decidí hacerme el segundo café. Dicho y hecho, con la humeante y olorosa taza en las manos, decidí comprobar, gracias al servicio gratuito de control de llamadas, quién había sido el que tan insistentemente había alterado mi apacible despertar, esos primeros minutos que todos necesitamos para despejarnos las telarañas del sueño y reencontrarnos con el mundo, el tiempo y el espacio. Descolgué, esperando que la femenina voz del servicio automático me informase de las llamadas perdidas.

“Tiene tres mensajes en el contestador. Para escucharlos, marque el uno, para otras actuaciones, marque el dos”.

Di a la tecla del 1, y esperé.

“Primer mensaje, recibido hoy a las diez, y trece minutos: Hola… no puedo soportar esto. Lo siento mucho. Lo siento… tanto. No quise que fuera así, tienes que creerme. Llámame, por favor.”

Pensamientos inmediatos: No conozco esa voz, se ha equivocado. Está angustiada, desde luego, quizá ha llorado. Suena a tema sentimental, seguro que para esta noche lo ha arreglado con su pareja.

“Si desea volver a escucharlo, marque el uno, para borrarlo, marque el dos, para salir, marque el tres”

Marqué el 2, y continúe esperando, pegando sorbos a la gratificante dosis de cafeína.

“Mensaje borrado. Segundo mensaje, recibido hoy, a las diez y diecisiete minutos: ¿No vas a llamar, verdad? Todo esto te importa una mierda… Bien. Bien. Yo no puedo más. No… puedo más. Tú lo has querido.”

Pulsé el 2, antes de que la voz automática me dijese que podía hacerlo, y pensé que la chica estaba verdaderamente alterada. Por un momento, me pregunté qué habría pasado entre ellos para causarle ese estado, y llegar, incluso, a lanzar una ambigua advertencia sobre algo de lo que yo no tenía ni idea.

“Mensaje borrado. Tercer mensaje, recibido hoy a las diez y diecinueve minutos: ¡Maldito seas!... Te odio. Voy a hacerlo, sabes que soy capaz de hacerlo. Aquí tengo las pastillas, y una botella de ron. A y media, si no me has llamado, voy a tomarme estas putas pastillas, ¿lo oyes? Que te jodan.”

La taza, camino a la boca, se quedó inmóvil a medio camino. Mierda. Menuda mierda. ¿De qué iba esto? La voz del servicio gratuito de la compañía telefónica seguía diciéndome qué opciones tenía para borrar, conservar o salir. La mirada se fue a la muñeca, en un acto reflejo.

Las 10:30 en punto.
Joder.
Mierda.
Le di a la tecla de colgar, y volví a esperar.De nuevo, la femenina voz automática me informó de que tenía un mensaje. Esperé, dejando la taza en la mesa, pasándome la mano por el cabello. Qué mierda.

“Tiene un mensaje, recibido hoy a las diez y diecinueve minutos, desde el número…”

Encontré un bolígrafo negro y tomé una factura del mismo teléfono, que solía guardar en el mueble, apuntando el número del teléfono móvil que la voz indicaba. Volví a mirar el reloj. Y 32. Joder, que sea una broma.

Volví a colgar y a descolgar, marcando rápidamente. Sonaron cuatro tonos.

-¿Sí?

La misma voz de los mensajes. Más tranquila. Cerré los ojos, rogando.

-Hola. Yo… te has equivocado. Me has dejado los mensajes a mí. No a él. No sé quién es él, ni tú. Mierda. ¿Estás bien?

Una risa grave, herida, mortalmente cínica. Dos palabras, y después el sonido de teléfono comunicando.

-Demasiado tarde.

Escrito por Libussa en Crónicas Sildavas

No es mío, pero navegando, lo encontré, me gustó por lo terriblemente cínico y desesperante que es. Y porque en mi mundo de fantasía multicolor veo a la poli, la ambulancia... y el llegar a tiempo.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Siempre igual... ¿No cambias verdad? Ni una nota de originalidad como siempre, al acecho de nuevos plagios.

6:03 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bueno según la RAE... es plagio cuando se copia una obra ajena, dándola como propia. Aquí está reseñada la autora y el site, por lo que no llega a ser plagio. Difusión sin permiso puede ser que sí lo sea (tanto como algo pueda ser tratado como difusión sin permiso aquí en la burrosfera), pero no plagio.
También noto en el anterior anonymous, un señor al que supongo furioso y de dientes rechinantes, una serie de carencias gramaticales bastante graves en una sentencia de apenas dos frases. Aunque la más grave podría ser ese "siempre al acecho de nuevos plagios", frase que nos da a entender que la autora de este blog está siempre vigilante -más bien acechante-, buscando a ver quién ha plagiado algo. Lo que el anterior anonymous querrá decir "siempre deseando plagiar algo nuevo". Una pena que su furia justiciera y su afán por mostrar al mundo lo infame de la autora, valientemente escudado en internet, le hagan aparecer como un cretino que apenas sabe escribir.
Dicho está, señor.

¿A que le jode?

7:09 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

De acuerdo estoy con el tipo de la RAE: un plagio no es eso. Yo, más aún en el entorno que es y con los tiempos que corren, es un simple "Corta y Pega" reseñado. O incluso se puede tomar como una difusión de textos interesantes, amenos, curiosos, entretenidos y con capacidad de provocar que las neuronas se activen por algo ciertamente interesante. Viva la RAE. Y fuera el Cantar del Mío Cid... que también era de Anonymous NO?

7:49 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo es que viendo tanto anónimo, me han entrado ganas y me ha dado por apuntarme como uno más. Y como veo que la tal pulguita (un nombre que no es nada anónimo, y que no pertenece a nadie anónimo, y que se blinda anónimamente), ha desatado una pequeña polémica, pues he venido a reírme. A hacer de troll con él-ella-ello.

Si no le gusta escribir en español, puedes, por ejemplo... hblr cmo n ls d la gnrcion dl mvl Xq mola!

La Burrosfera existe. Tú eres parte de ella. Aquí, como todos.

7:09 p. m.  

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