07 febrero 2025

7/2/25

San Ricardo. (Le pido paciencia pero ¡Ya!)
El otro día, dije que algún dia
os hablaría de lo valientes que son las personas que salen solas en sillas de ruedas en una ciudad grande. Yo hablo desde mi experiencia: He vivido en Barcelona, Pamplona, Madrid—viví sola 13 años—y otra vez Barcelona. Y siempre he estado muy bien acompañada, si me pasaba algo sabía a quién recurrir o llamar. Con el paso de los años, he configurado "el bolso del por si acaso" que según furjan complicaciones irá ampliándose. Llevo detrás, colgada una mochila que lleva el cargador de la batería de la moto, por si acaso se me gasta de golpe,  y una jersey o manta y un  chubasquero  por si acaso hace frío o llueve—Tened en cuenta que no movemos las piernas y que o llevamos la silla o llevamos paraguas. Las dos cosas a la vez, muy difícil —En una mochila-bolso más femenino, llevo un bastón plegable por si acaso no llego a los botones de los ascensores, tengo que acercarme algo del suelo o me siento amenazada y lo utilizaría como arma (jajajaja es cierto, estoy fatal de la cabeza). Llevo las pastillas del dolor por si acaso me coge a traición y llevo lo que toda mujer lleva en su bolso por  herencia de Mary Poppins. En un bolsillo de la silla llevo las herramientas que necesitaría si pincho, si se me estropea algo de la silla o si se me engancha una cremallera en los radios de la rueda como el otro día —jajajaja JA— y en otro bolsillo, el móvil y los cascos para escuchar música a todo volumen. 
Y así salgo de casa: Con mis por si acaso. Los utilizo casi todos todos los días. Y salgo con mi ángel de la guarda, que me libra de muchas complicaciones todos los días. 
Hay inconvenientes siempre, un ascensor del ferrocarril que no funciona— hoy dos— y tienes que ir a otra estación para volver a donde tenías que ir, hay aceras colapsadas de coches, vagones del ferrocarril llenos de bicicletas que no dejan sitio ni para sillas de bebé ni para sillas de ruedas, gente que te habla como si fueras tonta por ir sentada, tenderos que no salen a atenderte aunque la culpa de que no puedas entrar en su tienda es suya por no cumple la normativa de accesibilidad, y así todo. Por eso, aunque parezca que somos autosuficientes e incluso a veces, engreidos, sed amables con nosotros que vamos muy cansados por la vida.