Santo Cura de Ars.
Este es mi homenaje a tanto sacerdote bueno y fiel que calladamente hace una labor extraordinaria en las almas que Dios les encomienda.
El primero que recuerdo es D. Santiago, sacerdote sereno y sonriente, que intentó explicarme mi enfermedad desde la mirada de Dios y, aún hoy, miro mi silla de ruedas con su mirada.
Mi amigo Quico, sacerdote fiel a su vocación y a Dios, es eso, mi amigo. Amigo de mi hermano mayor ha vivido mi vida en primera fila. Está siempre que se le necesita como amigo y como sacerdote. Lo más.
D.Juan Carlos, andaluz amante de la buena música Al que le debo una adolescencia menos dura de lo previsto, que me enseñó a seguir mirando con los ojos de Dios y a rodar con la seguridad que dan las alas del amor de Cristo.
Retirado ya, le deseo lo mejor en esta vida. Solo Dios sabe el bien que ha hecho en esta tierra a los demás.
Por mi parte le estoy eternamente agradecida.
Donfer me guió y me llevó muy lejos. Es amigo y fue confesor. Muy exigente y muy firme. Sabía la cabra loca que tenía delante y supo modelar mi vocación de médico misionera en el Congo para poder descubrir mi misión en Madrid. Fue el sacerdote que nos casó. Es mi amigo.
Doy gracias también por Mn.Emmanuel, Mn.Eduard y Mn Albert que me han ayudado en mi desierto personal desde hace más de 4 años.
Y los Pablos: Mn.Pablo 1 y Mn.Pablo 2
Ellos me han dado de beber y me han sacado del desierto. Han curado heridas y sanado mi alma. Ellos me han enseñado otra vez a poner orden, a poner a Jesús en el centro y fiarme de Él. Ellos me han recordado que con Él todo es posible, que el Amor de Dios todo lo puede.
Por todos ellos rezo. Todos han sido indispensables en mi vida.
Gracias por vuestra fidelidad
Gracias por vuestro SÍ.